miércoles, 19 de mayo de 2010

Historia de un detective de Edward Dmytryk (Versión de Adiós, muñeca)



Un tipo muy grande entra en un local para negros y echa por la puerta a uno. En ese mismo momento, Philip Marlowe pasaba por ahí, y pecando de exceso de curiosidad abre la puerta del local desde donde salió disparado el hombre negro para mirar. Una fuerte mano lo agarra y lo echa hacia dentro. Así es como se topa Marlowe con el mítico Moose Malloy, un tipo grandote acabado de salir de la prisión en busca de su amada Velma, la cual no sabe nada desde hace 6 años. Lo que le parece a Marlowe un asunto sin mucha importancia le llevará a través de un sinfin de situaciones con muertes violentas, mata-sanos peligrosos y policías corruptos. Philip Marlowe emprende la búsqueda de Velma, la antigua chica del singular gigante Moose Malloy (que "Incluso en Central Avenue, que no es la calle más discreta del mundo en materia de vestimenta,pasaba tan inadvertido como una tarántula en un trozo de bizcocho") búsqueda que desencadena un siniestro recorrido que acabará desenmascarando los resortes del poder en una ciudad en la que "las leyes se hacen para los que pagan". Es curioso que detrás de la violencia, los tipos duros, las gabardinas cerradas, los automóviles, los tiroteos del cine negro haya una historia de amor. Estudiosos de Chandler dicen que hay un aliento romántico en sus novelas, que Marlowe es un personaje del siglo XIX puesto en el XX, vestido con traje y con un revólver en un bolsillo. Esto, que parece un disparate, nos da una pista para entender la novela y la película. Tras su rudeza puede haber unos sentimientos y unos gestos que revelan un alma diferente, la de un caballero andante, la de un romántico que aún cree en el amor. ¿Por qué, si no, ayuda a un ex convicto a encontrar a su chica? ¿Por la mísera paga de 50 dólares? Claro que no. Marlowe arriesga su vida porque acaso no viva con ninguna mujer una maravillosa historia de amor, pero innegablemente sigue creyendo en el poder del amor y en el efecto beneficioso que produce en los que se aman. Llega hasta el final, hasta saber quién es Velma, la amada del ex convicto, hasta lograr reunirlos: entonces la dura realidad del dinero y el poder se muestran en su esplendor y la amada mata al antiguo amado porque detesta su pasado con él y ama el dinero, el poder que ha conseguido casándose con un viejo juez que le tolera cuanto hace sólo por tenerla a su lado - un amor desesperado, terminal, un amor en el que se da todo y se espera muy poco -. Marlowe, para defenderse, mata a Velma y la película llega a su triste conclusión: el amor no resiste el paso del tiempo, no se mantiene apartado de la corrupción, el gran tema de las novelas de Raymond Chandler: todo se corrompe, hasta lo más puro, porque vivimos en un mundo corrupto, en una sociedad que se alimenta y nos alimenta de corrupción: esa corrupción que es sinónimo de echado a perder, de falso, de falto de lealtad, de pureza, esa pureza en la que Chandler creía. Queda sólo una posibilidad: ayudar al inocente, al niño cuyo padre han matado para que no se descubriera la nueva identidad de Velma, y Marlowe va a darle el dinero que le ha cobrado a un mafioso, las ganancias que ha obtenido con este caso que le deja una vez más triste, solitario y final.

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