sábado, 22 de mayo de 2010

Extraños en un tren de Alfred Hitchcock



La intriga de esta novela está basada en la idea de un crimen sin móviles, un crimen perfecto: dos desconocidos acuerdan asesinar cada uno al enemigo del otro, proporcionándose así una coartada indestructible. Bruno: alcohólico con problemas edípicos, homosexual latente viaja en el mismo tren que Guy: ambicioso, trabajador, adaptado. Empiezan a conversar y Bruno, demoníacamente, fuerza al otro a hablar, a descubrir su punto débil, la única grieta en su ordenada existencia: Guy quisiera verse libre de su mujer, que le traicionó y que puede ahora obstaculizar su prometedor futuro. Bruno le propone un pacto: él matará a la mujer y Guy, a su vez, al padre de Bruno, a quien éste odia. Guy rechaza tan absurdo plan y lo olvida, pero no así Bruno, quien, una vez cumplida su parte, reclama al horrorizado Guy que cumpla con la suya. Guy Haines es tenista y Bruno Anthony, un caprichoso heredero. El tren en el que se conocen casualmente tiene como destino Long Island. Después de mantener una breve conversación, el adinerado psicópata propone el maquiavélico plan: un intercambio de crímenes, él acabará con la libertina mujer del deportista para que al final éste pueda conseguir su divorcio y el tenista asesinará a su padre al que odia profundamente. El argumento esta basado en una novela de Patricia Highsmith y entre los guionistas estaba Raymond Chandler. Con este material, Hitchcock construye, con su habitual precisión narrativa, una verdadera joya del cine, con un espectacular trabajo de dirección pero utilizando el libro de Patricia Highsmith como musa, como elemento inspiracional. Del libro se tomó sólo la primera parte, modificando el desenlace, pero conserva siempre su espíritu de maquinación diabólica. Esta libertad de adaptación es imprescindible al hacer una película basada en una novela. Una película requiere de unos tiempos y unas formas de narración muy diferentes a las de una novela. Un libro se lee en espacios de tiempo separados mientras que una película se ve en continuidad. Un libro tiene tantas visualizaciones como lectores y una película es una opción visual única, la de su creador. La historia narra el acuerdo entre los dos personajes para realizar el asesinato perfecto: “tu matas a mi padre, que me agobia, y yo me cargo a tu mujer que no te concede el divorcio”. Sin móviles aparentes, y con coartadas previas, el éxito está asegurado. El único problema es que mientras uno se toma en serio la propuesta el otro no cabe en su asombro y no está por la labor. La cinta es sensiblemente diferente a la obra de Patricia Highsmith. No sólo por el giro final que le da Hitchcock a la historia, si no por el tratamiento que hace de la trama cuando subraya sus particulares obsesiones. Esto hace que el resultado quede “distorsionado” y la adaptación no se parezca en casi nada al original.

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